¿Comprueba la existencia de la maldad que Dios es finito?
La idea de un Dios finito se popularizó a principios de la década de los ochenta cuando el rabino Harold Kushner, escribió él éxito de ventas Whe Bad Things Happen to Good People (Cuando le pasan cosas malas a la gente buena). Al considerar la muerte prematura de su hijo, Kushner, llegó a la conclusión que Dios quiere que los justos tengan vidas felices pero que a veces no puede hacer que esto suceda. Hay algunas cosas cosas que simplemente están fuera del control de Dios. Dios es bueno pero no es lo suficientemente poderoso para hacer efectivo todo el bien que desearía. En resumidas cuentas, Dios es finito. Kushner, escribe: <Reconozco sus limitaciones. Dios esta limitado por las leyes de la naturaleza y por la evolución de la naturaleza humana y la libertad moral de la persona>. Se lamenta de que <incluso Dios tiene problemas para mantener a raya el caos y para limitar el daño que puede provocar la maldad>.
La idea de un Dios finito implica un Dios que, debido a su finitud, solo puede ser contingente que a su vez necesita una cosa. Dicho Dios no es digno de nuestra adoración. Tampoco es digno de nuestra confianza, porque no hay ninguna garantía de que podrá derrotar el mal en el futuro.
La finitud no toma en consideración que los tiempos de Dios no son los tiempos humanos. Como señalamos anteriormente, el hecho de que él todavía no haya vencido al mal no significa que no lo eliminará en el futuro (2 Pedro 3:7-12; Apocalipsis 20:22). No estamos en el mejor de los mundos posibles, pero es la mejor manera de llegar al mejor de los mundos posibles.
Esta idea de finitud esta contraria al testimonio bíblico de Dios. Las Escrituras nos presentan un Dios que es un ser Omnipotente. Dios tiene poder para hacer todo lo que quiera y hacer cumplir su voluntad. Cincuenta y seis veces las Escrituras declaran que Dios es Todopoderoso (Apocalipsis 19:6). El poder de Dios es grande (Salmo 147:5), la grandeza de su poder es incomparables (2 Crónicas 20:6; Efesios 1:19-21). Nadie puede oponerse al poder y la mano de Dios (Daniel 4:35). Nadie puede desbaratar las acciones de Dios (Isaías 43:13), y nadie podrá impedir lo que haya determinado (Isaías 14:27). Para Dios nada es imposible (Mateo 19:26; Marcos 10:27; Lucas 1:37), y no hay nada difícil para él (Génesis 18:14; Jeremías 32:17, 27). El Todopoderoso reinará (Apocalipsis 19:6), y un día derrocara al mal.
Ronald Rhodes
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